28 de septiembre de 2012

¡¡Te zarparon el celu, amiWa!!

En este jueves de mierrrrrrrrrda, decido traerles algunos de los robos más pelotudos de la historia -de la historia de Lu, claro-. Todos dirán "Bueno, pero a todos les roban" o "Son cosas que pasan, no te quejes". Pero la verdad es que, entre la bronca de laburar años para poder comprarte una pelotudez y que estos negros de mierda ((sí, estoy discriminando, lo lamento)) te quitan todo eso en 5 minutos y la tristeza de haber perdido tal vez cosas muy queridas, como fotos, tarjetas, celular o el KY, no estoy de humor como para aguantarme cosas superficiales. Yo lo comparo con cuando a alguien se le muere algún pariente... "lo siento"... common saying. La posta es que no, no lo sentís, es un mero formalismo, mi reacción mental ante ese tipo de cosas es "callate, simplemente callate".

Ahora sí, habiendo descargado todo el sushi de estos entrañables(?) sucesos y pasando a cebar un mate, les cuento el más reciente:

Resulta que Lu ((de ahora en más "La Boluda")) se dispone a almorzar amenamente con una amiga en un restaurant de una famosa cadena internacional. Sí, la de color rojo y amarillo, como mi camperita de egresada. Comentarios al margen. ¡Pero claro que la usaba!... ¿Puedo seguir? Ok, la cosa es que me dispuse a almorzar, una ensaladita, porque estaba a dieta, cosa que claramente se fue al demonio. Me acomodé en una mesa de este crowded restaurant, guardé mis pertenencias en la cartera y la colgué del respaldo de la silla ((ahora se dan cuenta por qué me enuncio como "La Boluda")), enganchando la manga de la campera por dentro de lo que sería la "manija" de la cartera. Pues bien, sumida en el chusmerío con la amiga, nunca noté el movimiento, la amiga tampoco lo notó, pero cuando fui a buscar el celular, la cartera había desaparecido. 
Ni ataque que me agarró. Empecé a gritar desesperadamente "La cartera... ¡ME ROBARON LA CARTERA!"... todo, porsupuesto, acompañado de un llanto desconsolado que provocó la mirada de por lo menos las 3/4 partes de la muchedumbre que poblaba el lugar.
Lo gracioso de todo esto es el "guardia" de "seguridad" que no se dio cuenta de nada hasta que me vio desesperada y había gritado unas cuantas veces. Acercose el individuo, luego de vaciar una bandeja en el tacho de basura ((que alguien me explique por qué mierda en ese tipo de lugares el personal de seguridad limpia las mesas)) y díjome: "Y, acá es así, hay mucha gente". Pero ante el desconsuelo fatal de La Boluda, el peruano de "seguridad", o boliviano, no sé, argentino seguro no era, decidió tomar cartas en el asunto. Muy seriamente sacó una libretita y me tomó los datos bajo la excusa de que "si llegan a aparecer las cosas te llamamos"... O__O WTFF?!?!?!? Bueh, en el momento le di los datos, qué se yo... Me parecía inofensivo el muchacho (?). Añadió también un solidario "Si querés te acompaño a hacer la denuncia", del que se libró minutos más tarde con un alucinante quiebre de cintura ante mi partida hacia la comisaría.
Ya en la comisaría, el cana que me tomó la denuncia tenía unos de los más lindos ojos que vi en mi vida, por lo cual deduje que me robaron porque tenía que conocerlo... si hasta me dio el teléfono y vamos a salir el sábado...

Nah, en realidad me dijo "Dejaste la cartera en el respaldo ¿No?... Típica"... mentalmente traducido por La Boluda como "Sos una Boluda... Total".

Así que ahí volvía La Boluda, certificado de denuncia en mano, a seguir haciendo trámites que se prolongarán vaya uno a saber hasta cuándo.


Otro robo pelotudo fue uno en medio de Pueyrredón y Corrientes, un martes alrededor de las 1500. Termino de cruzar Pueyrredón y siento un tirón en la mochila, yeah, aún usaba mochila, cada tanto me pinta la pendeja y le paso el plumero a la mochila vieja, esa que usábamos cuando teníamos 16 para los recitales punk under del barrio, recitales a los que lo único punk que llevaba Lu era la mochila, y ni siquiera, porque las mías fueron todas de los Red Hot. Cuando me di vuelta, no sólo me habían sacado el celular, sino que se habían tomado el trabajo de abrir la mochila, meter la mano, encontrarlo y desaparecer entre la multitud. Me agarró el mismo ataque, pero esta vez estamos hablando solamente del celular, versus la cartera completa del relato anterior. 
La nota de color fue que me subí entre lágrimas al colectivo y tanto grité que me habían choreado el celular que una vieja, muy amablemente me ofreció el suyo para que haga la denuncia por robo con movistar. Una grosa la jovata. Después no me dejaba de hablar, pero yo tenía tal embale que me vino bien putear un poco el aire.


El mejor es el del taxi. Porque acá La Boluda strikes again. Ya van a ver por qué lo califico de "robo", pero lo cierto es que tiene una pizca de "olvido". 
Resulta que La Boluda se deliró boludeando -o haciendo no-sé-qué- y llegaba tarde al laburo ((cabe destacar que entraba a las 2300 a laburar, pequeño detalle)). El bondi no pasaba así que tomé otro que me dejaba a unas 10 cuadras. En ese momento trabajaba a la vuelta de la plaza del Congreso.
¿Leyeron? Plaza del Congreso, 2300hs. Más de uno va a saber de qué le estoy hablando... Lo feo no fue eso, sino que, como llegaba tarde y el bondi me había dejado en la 9 de Julio, decidí tomar un taxi.
Pues bien, durante el recorrido, apoyé el celular en el asiento -craso error-, mientras me acomodaba todo mi bartulaje. Normalmente ando como un equeco por la calle, llevando toneladas de cosas de las cuales utilizo como mucho un 20%, pero, y acá aflora mi lado femenino, igual las llevo "por las dudas". Saqué el dinero, aboné el viaje, me bajé y dejé olvidado el celular. Me di cuenta a los 10 metros. 
¿Qué hizo La Boluda? Sí, adivinaron, o no, no sé... Se echó a correr atrás del taxi, por el medio de la calle, bien al estilo loca de película. Pero es asmática esta Boluda. Así que al tiempo que el tachero detectaba su presencia y aceleraba -explicación de haber categorizado esto como "robo"- ella comenzó a ahogarse. 
Me acerqué a una esquina. Dio la puta casualidad que era un departamento de Policía. Había dos canas de guardia y esta casualidad era aún más puta que la anterior. Uno de ellos tenía movistar, so, me prestó su celular para que haga la denuncia. Cuando me calmé volví caminando al laburo, me logueé y le mandé un mail al supervisor explicando por qué había entrado tarde. Trabajé como de costumbre. Por la mañana me dirigí a la comisaría a hacer la denuncia, trámite que no pude hacer por pura burocracia, no recuerdo qué papel me pedían.
La hice en la gloriosa Avellaneda. Certificado en mano, cobré el seguro ((no sin oooootra infinidad de trámites que no vienen al caso)). A todo esto, el supervisor me mandó un mail diciendo "Cuando pase así ni vengas"... Y YO ME VENGO A ENTERAR UN DÍA DESPUÉS ¬¬



Bueh, no tengo más ganas de escribir... se joden, capaz después lo sigo, o no, no sé...

Auf wiedersehen!

24 de septiembre de 2012

De los confianzudos

Encontré esto en drafts y me pareció copado terminarlo para acercárselo a mis queridos lectores.

Porque todos hemos vivido la desgracia(?) de abrirle la puerta de nuestro hogar a algún confianzudo.
De esos que empiezan hablándote como si te conocieran de toda la vida. Y terminan metiéndote la mano en la heladera sin permiso, o tocándote el culo sin que te des cuenta (?). 

El problema de esta gente es que tienen un arte para que parezca que no tienen la más mínima intención de infiltrarse en tu casa y tu vida, pero realmente quieren terminar controlando todo, tomar cartas en todos los asuntos y dictaminar cosas como si el ámbito fuera suyo. Lo peor es que después se ofenden ante actitudes de esta índole por parte de otros, o ante la menor sugerencia de que se descubrieron sus macabros(?) planes.
Cabe destacar que me considero una persona extremadamente respetuosa y jamás hago algo que no me gustaría que me hicieran a mi, por lo tanto, me hallo incapaz de pagar con la misma moneda. 

Yo tengo algunas anécdotas para contar al respecto:

Comencemos por un ejemplo "light":
Una vez en una conversación de MSN le dije a alguien "venite a casa" (como suelo decir a la gente que me cae bien, o más si somos amigos). Tal persona me dijo "pero no puedo comer, tengo que hacerme el batido que lleva leche". Resulta que el fulano estaba a dieta especial de esas que no comés una goma en todo el puto día y le das a un batido superespecial que no sabés qué carajo tiene molido adentro pero que parece que hace milagros. Uno conocido era de marca "pare la caloría" en inglés, o algo así, no sé.


Lu: -"Pero yo tengo leche en casa, dale, venite" ((resérvense comentarios al respecto de esta oración, gracias))
Fulano Random: -"¿En polvo o en sachet?"
Lu: -"En polvo, como corresponde"
FR: -"Ah no, pero la leche en polvo para mi no es leche"
Lu: -"¬¬"

Finalmente el día llegó y el Fulano Random trajo su dichoso batido, a la hora de preparárselo, tomó la bolsita donde tenía su medida, se metió en la cocina de mi casa, y sin decir más, se sirvió a gusto y piacere de todo lo que necesitó para hacerse el coso ese. 
Esto no fue problema, ya que el fulano me había traído un chonguito que me mantuvo entretenida. El problema fue que mi vieja presenció el asunto, y, créanlo o no, la casa también es de ella. Unos días después del incidente se me acercó y me comentó que no le había parecido apropiado. Estuve de acuerdo. 

Para seguir en la línea de los conocidos... este chonguito se terminó convirtiendo en algo más que un chonguito y a venir seguido a casa. Pues bien, resulta que un día, estaba yo cocinando y el srito. francés se dispone a agarrar la cuchara de madera y meterla en la olla.
Para los que gusten de cocinar, sabrán que no hay peor insulto que que se te metan en la cocina, peor aún sin pedir permiso. Y es una de las cosas que más me sacan... NO TE METAS EN MI COCINA.
Ok, me recompongo y sigo.
Lo más gracioso de dicha anécdota no es lo que hizo en sí, sino lo que respondió el individuo en cuestión ante la pregunta, acompañada de mirada inquisidora: "¿Qué hacés?".
Se reciben apuestas.

¿Nada? Bueno, respondió "No sé, así parece que estoy haciendo algo."

Ahora, cuando terminen de reírse, o de llorar, sigo.

No contenta con ciertas actitudes de este individuo, en mi idiotez absoluta, permito la entrada de un nuevo individuo sin permiso.

Noche lluviosa. Había faltado al laburo para descansar ((trabajaba de noche, ergo, debía dormir esa noche)). El fulano envía mensaje "Estoy en la puerta de tu casa"... ¿Qué hace la boluda? LE ABRE. Toda la noche me clavó. Se fue a las 0800am. No, por si se lo están preguntando, no echo a la gente. Y ciertamente se redujo de manera considerable la cantidad de invitaciones que extiendo, y la cantidad de gente receptora de esas invitaciones.
Este último susodicho se tomó unos 10 meses de libertades, encubriéndolos con pequeños "trabajitos".
No, no me hacía macumba, arreglaba cositas en casa, que el picaporte de la pieza, que la estufa, que el lavarropas. Entre pitos y flautas, se fue metiendo y llegó al nivel de meter la mano en la heladera, prender la tele cuando se le cantaba, bañarse cuando gustaba, prácticamente se mudó. Se le perdonó durante un tiempo ya que colaboraba con los gastos, pero cuando se fue de mambo recibió un "No quiero hablar ni escucharte, de hecho, no te quiero volver a ver".

Claro, lo reconozco, soy boluda, y aguanto más de lo que debería, pero cuando me canso... ¡ja! (?)

Hay más ejemplos claro, como la vez que un guaino que se había quedado a dormir en casa me vino a despertar con el pelo mojado y le dije "¿Por qué tenés el pelo mojado?", ((hablaba en tercera persona de sí mismo, pongámosle de nombre "Marcos")) "Ah, ¡Marquitos ya se bañó!".

Lu: "O___O"
Marquitos: "Ah y había una barrita de cereal en la mesa y me la comí."
Lu: "WTFF... chabón, ¿con el permiso de quién hiciste esas cosas?" ((sí, de más chica era más mala, o más viva, no sé))
M: "Bueno, si te enoja tanto no lo hago más"
L: "Pero claro que me enoja, no sé si te enteraste, pero no estás en tu casa."

... O de la vez que una ex compañera de laburo me vino a visitar y sin decir más, se apoltronó en un sillón, se sacó los zapatos y estiró cómodamente los pies sobre la mesa ratona... True Story U__U

Ni hablemos de la amiga que decidió comenzar a expeler emanaciones básicas en mi presencia al grito de "¡Va pedo!"... con lo cual pensé "Sexy, atrevida"(?).

Yh, bueno, para redondear, no se dejen boludear, gente. Y si te vas a dejar meter la mano en algún lado, por lo menos ¡que sea divertido!

¡¡Ahí se ven!!

3 de septiembre de 2012

Más que Boluda.

Entre mates, reportes y armado de campañas, en este lunes, decidí contarles otra de mis legendarias(?) anécdotas. En el día de hoy me olvidé de ponerme mi tan amado reloj pulsera, así que, al sentirme un poco desnuda, pretendo rellenar el vacío emocional que tal olvido me causa escribiendo para ustedes.

Estoy pensando, después de recibir la sugerencia más de una vez... dos para ser precisa, en convertir mis escritos en un stand up. Claro que tendría que conseguir algún/a voluntario/a para que los interprete, ya que yo resulto bastante molesta cuando cuento cosas en vivo y en directo, más de uno lo ha sufrido. No, no es lo mismo que por acá, es casi de cuento de terror tener que verme la jeta mientras hablo de cosas que a nadie le importan contadas de manera hilarante pero aún así sin el más mínimo sentido. Y si bien conozco gente idónea para el "puesto", no tienen la disponibilidad necesaria para las 4 funciones semanales con las que pienso largar el espectáculo (?). Atalo que se te va a escapar.

Como todos saben, este espacio, que tiene muy poco sushi, está dedicado a contar cosas que me hayan pasado a mi o a cualquiera de ustedes, en caso de que los conozca y registre alguna anécdota digna de ser contada, obviamente, nada garantiza que estos hechos sean verídicos, o siquiera verosímiles, todos se acuerdan de esa vez que me abdujo un ama de casa extraterrestre y utilizó mi cuerpo para satisfacer sus más bajos instintos, cuando me depositó en mi casa de vuelta, tenía toda la ropa doblada, alguna que otra prenda planchadita y CREO que estaban lavados los platos, pero no recuerdo bien, seguramente por el shock de la abducción. Volviendo a la falta de certeza sobre la verdad de los hechos descriptos en el presente blog, les cuento que realemente me chupa un huevo si me creen o no, porque es posible que algunas cosas no sean verdad, no como lo de la abducción de la que acabo de hablar, que no requiere ningún tipo de comprobación dada su indiscutible veracidad.

Hoy tengo ganas, después de contarlo por enésima vez en persona, a distintas personas, claro, porque si hubiera sido siempre la misma se habría pegado un tiro ya, de hablar sobre una curiosa fiesta de disfraces en la que terminé, ya les voy a describir cómo, limpiando vómito ajeno. Sí señores, leyeron bien. Obviamente reservaré las identidades de los implicados, incluyendo la mía, por cuestiones obvias (?).

Todo comenzó con una particular invitación, una compañera del trabajo de ese momento ((¿qué otra cosa podía ser que agente de call center? no sé, tiren ideas)), cumplía sus tiernos ya-no-me-acuerdo-cuántos y organizó una preciosa fiesta de disfraces en su pseudo-mansión en el barrio de Villa del Parque, o por ahí, no sé.
Primero que nada, había que definir el disfraz a utilizar, para lo cual había dos obstáculos, si es que así se les puede llamar, el primero: era around noviembre y ese año habíamos tenido fiesta de Halloween a fin de octubre, con lo cual, ya quemaste un disfraz, en mi caso, como lo había alquilado, preferí improvisar algo para no volver a gastar guita en ropa prestada, porque al fin y al cabo, alquilar un disfraz es pagar para que te presten ropa. Dentro de este punto vale incluir que también improvisé un disfraz para un amigo que iba conmigo a la fiesta y tampoco tenía disfraz, pero como era más codo que yo, menos que menos iba a gastar en un alquiler.
Segundo punto que nos obstaculizaba era que, más allá de lo codo que fuéramos, realmente no teníamos un mango.

Fuera de toda discusión estaba el hecho de asistir a la fiesta, porque, ¿qué clase de fiesta sería sin nuestra presencia? (?). Por lo tanto, terminamos "disfrazados" yo de algo que intentaba asemejar una japonesa ((tenía un kimonito guardado, que desempolvé para la ocasión -no sean malpensados-)) y a mi amigo le eché una tela brillosa encima, otra compañera le llevó un turbante y quedó algo parecido a un jeque árabe... ponele que zafábamos.

Algo así, pero más rasca.

El punto de encuentro estaba en el trabajo, en Microcentro, límite con San Telmo. Cuando llegamos ((el punto de partida era mi casa, en la gloriosa Avellaneda)), había unos cuantos especímenes que se habían sumado al evento sin ser invitados, como suele suceder, pero uno en particular que no llevó ningún disfraz, acusando haberse disfrazado de telemarketer, originalidad lvl: 0. Lo particular del susodicho es que era un tipo callado, y extremadamente aburrido, pero muy llamativo, hablando en términos de apariencia física, de esos que ganan sin tener que decir una palabra, entonces le perdonaban todo. Este ha sido uno de los grandes ejemplares del hombre histérico
¿Mencioné que íbamos disfrazados desde casa? ¿No? guau, qué olvidadiza, bueno, lo menciono ahora: íbamos disfrazados desde casa. No contentos con esto, el resto de los invitados que iban desde el laburo se disfrazaron también  y arrancamos hacia el noroeste de la Ciudad de Buenos Aires como un contingente de cosplayers raros escapados del Borda y el Moyano, sin ofender a la gente que se encuentra internada en dichos establecimientos, claro.
Desde Microcentro tomamos dos colectivos, lo que hizo un total de tres para mi amigo el jeque árabe y yo, el ride fue bastante divertido y el contingente incluía: una novia trola, una bailarina de danza clásica, un Paolo el rockero y el telemarketer además de nosotros dos.
Cuando llegamos, había alcohol como para desinfectar todo el Borda y el Moyano, ya que estamos en tema, unas 3 o 4 veces. Hasta una gelatina hecha con vodka había. Claramente todos estuvimos del orto mucho antes de lo esperado.

Para las 0700am, más o menos, llegó el momento hippie del pedo generalizado que teníamos y nos encontrábamos todos sentados en el piso, en ronda, hablando de cosas importantísimas y profundas, como política, ética y moral, o cómo hacer una milanesa, no sé. 
La cuestión es que "el telemarketer" estaba sentado con nosotros apoyado en una silla al más puro estilo "llantoman" o "dormidoman" o "quebradoman", bueno, ustedes entienden. Y en eso, veo que la dueña de casa me golpea el vidrio del ventanal que daba al patio y señala el piso, yo, que mucho no entendía, me ofusqué por el hecho de que me desviara de la importantísima tarea de liderar el acalorado debate que estábamos teniendo.

Después de la 3ra vez que me golpeó el vidrio decidí que el hecho de que señalara el piso podía significar que quería que mire hacia él, y así lo hice, sólo para encontrarme con un charco de vómito de una circunferencia similar a la de una palangana, color amarillo ya que el susodicho había comido únicamente chizitos esa noche. Instantáneamente todos pegaron saltos hacia atrás desde sus posiciones, al tomar conciencia de lo asqueroso de la situación, como si hubiesen visto un enjambre de avispas enfurecidas que se les venía encima... hombres y mujeres reaccionaron de igual forma, no olvidemos el estado en el que estaban.

A todo esto, la dueña de casa dijo, detrás de un balde y un trapo de piso "ahora tienen que limpiar"... y ¿quién terminó limpiando?, claro, como esto es la crónica de un vómito anunciado, todos ya saben que la respuesta a esa pregunta es "vos, Mistress", el problema es cuánto más asco les dio a los demás verme limpiar. Obviamente yo estaba a un tris de alcanzar el estado del muchacho disfrazado de telemarketer y para cuando terminé de limpiar me dirigí al baño y perpetré un acto similar.

No feliz con lo que ya había acontecido, cuando nos dirigimos a la puerta de salida para emprender el regreso a nuestros respectivos hogares, el dichoso muchacho volvió a "largar los chanchitos" en el felpudo de entrada de la casa, y una tercera vez en el arbolito de la puerta. Es más que obvio que para este momento yo dije "se van todos a la reputa madre que los remil parió, yo NO limpio otra vez".

Pero la boludez de Lu no termina ahí. No me alcanzaba con haber limpiado vómito ajeno y terminar vomitando yo, sino que cargué al susodicho todo el viaje de vuelta desde Villa del Parque, o lo que yo creo que era Villa del Parque, hasta Microcentro de vuelta, desayunamos en Mc King® y ya desde ahí, casi recuperada, me dirigí a mi humilde morada en la zona sur del Gran Buenos Aires sin siquiera un mugroso "gracias".

Varios tenían razón, este posteo no describe el peor finde de la historia, el que acabo de contar lo supera ampliamente en nivel de loserness, pero aún quedan muchos por contar, así que dejaré a criterio de la audiencia la composición del Top 5.

¡¡Ahí se ven!!

PD: el sujeto agradeció 3 años más tarde, lo crean o no.